El Mercado Agrícola

El Mercado Agrícola fue el gran corazón de Goes que impulsó la vida económica de la barriada y la hizo independiente del resto de la ciudad. Aún llama la atención que un edificio contruído a principios del siglo (1913) ostente  una estructura arquitectónica que no parece caduca. Ya en esos años había llamado la atención por sus líneas modernas. Su destino específico era la venta de productos de la tierra, pero se permitía también el tráfico de aves, huevos, queso y miel, hasta tanto no se construyera un Mercado especialmete destinado a esos rubros. Las estadísticas revelan que en los

El Mercado Agrícola fue el gran corazón de Goes que impulsó la vida económica de la barriada y la hizo independiente del resto de la ciudad. Aún llama la atención que un edificio contruído a principios del siglo (1913) ostente  una estructura arquitectónica que no parece caduca. Ya en esos años había llamado la atención por sus líneas modernas. Su destino específico era la venta de productos de la tierra, pero se permitía también el tráfico de aves, huevos, queso y miel, hasta tanto no se construyera un Mercado especialmete destinado a esos rubros.

Las estadísticas revelan que en los meses invernales entraban al Mercado Agrícola alrededor de 150 vehículos por día. De noviembre a marzo la cifra ascendía a 250 vehículos por día. El promedio de personas que concurrían diariamente era de ocho mil, las que iban en primavera y verano trepaban hasta diez mil por día La construcción del Mercado Modelo en 1936, en Propios y Centenario, ha disminuido la inportancia del que – en su tiempo – fue el principal proveedor de futas y verduras de Montevideo.

El Mercado Agrícola heredó de la Plaza de las Carretas el Tesoro invalorable del intercambio entre la ciudad y las huertas, granjas y quintas campesinas. Fue así como Goes emprendió el camino del nuevo siglo , tan arrogante como el criollo mayoral de golilla blanca y clavel rojo en la oreja. Y a la distancia, igual que el ‘’trenvía’’ a caballitos en la curva de Yaguarón, con un restallido del látigo y un toque de cornetín, se hundió el sigo viejo.

Po: Juan Carlos Patrón
Extraído de: ‘’Goes y el Viejo café Vaccaro”

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