Artigas, el Protector de los Pueblos Libres

Allí en el ambiente agreste, donde el sentir común de los hombres de la ciudad solo veía barbarie, disolución social, energía rebelde a cualquier propósito constructivo, vió el gran caudillo y sólo él, la virtualidad de una democracia en formación, cuyos instintos y profesiones nativas podían encauzarse, como fuerzas orgánicas, dentro de la obra de fundación social y política que había de cumplirse para el porvenir de esos pueblos. Por eso es grande Artigas y por eso fue aborrecido, reprobado severamente como movedor y agente de barbarie, con odios cuyo eco no se ha extinguido del todo en la posteridad.

Allí en el ambiente agreste, donde el sentir común de los hombres de la ciudad solo veía barbarie, disolución social, energía rebelde a cualquier propósito constructivo, vió el gran caudillo y sólo él, la virtualidad de una democracia en formación, cuyos instintos y profesiones nativas podían encauzarse, como fuerzas orgánicas, dentro de la obra de fundación social y política que había de cumplirse para el porvenir de esos pueblos.

Por eso es grande Artigas y por eso fue aborrecido, reprobado severamente como movedor y agente de barbarie, con odios cuyo eco no se ha extinguido del todo en la posteridad. Trabajó en el barro de América, como allà en el norte Bolívar; las salpicaduras de ese limo sagrado sellan su frente con un atributo más glorioso que el clásico laurel de las victorias.

Por: José Enrique Rodó

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